Publicado por: UNIS
El Lic. Pablo Maldonado asumió recientemente la decanatura de la Facultad de Derecho de la Universidad del Istmo. Con más de veinte años de ejercicio profesional y una sólida trayectoria como docente universitario, inicia esta nueva etapa con una mirada atenta a los desafíos del mundo jurídico y con el compromiso de formar abogados íntegros, capaces de influir positivamente en la sociedad.
En esta conversación, comparte algunas reflexiones que lo han acompañado a lo largo de su carrera, así como su visión sobre el papel del Derecho en la construcción del bien común.
1. En la Facultad de Derecho lo conocen como catedrático, pero no todos saben quién es Pablo Maldonado fuera del aula. ¿Cómo se describiría en lo personal?
Soy abogado y notario, con más de 23 años de ejercicio profesional. Durante este tiempo he combinado el trabajo jurídico con la docencia. Estoy casado, tengo un hijo y disfruto mucho el deporte, aunque dejé de practicarlo por una lesión en las rodillas.
Me considero una persona accesible, que valora el trato cercano con los demás. Disfruto conversar con personas de distintas generaciones. Desde hace más de diez años imparto clases en la Universidad del Istmo, y esa capacidad de comunicación ha sido valiosa tanto dentro como fuera del aula.
Actualmente dirijo mi propia firma, con énfasis en derecho laboral, corporativo y constitucional. Antes de eso, trabajé durante más de 17 años en el sector privado. Esa experiencia me permitió conocer distintos entornos del ejercicio profesional y comprender mejor la realidad del país.
2. ¿Qué lo llevó a asumir el reto de ser decano en esta etapa de su vida? ¿Hubo alguna conversación o circunstancia que marcara ese “sí, es el momento”?
La Dra. Jary Mendéz me planteó la posibilidad en una conversación muy abierta. A partir de ahí, lo reflexioné con calma y comprendí que era el momento adecuado, tanto en lo profesional como en lo personal.
Hoy tengo mayor autonomía en mis horarios, lo que me permite asumir este nuevo servicio con responsabilidad. Además, he sido parte del consejo de la facultad durante varios años, lo cual me ha dado una visión clara de su dinámica, sus fortalezas y sus retos.
Sé que el cargo requiere aprendizaje continuo, pero lo asumo con la disposición de aportar desde mi experiencia. La Facultad de Derecho tiene un papel relevante dentro de la universidad y en el ámbito nacional. Es un momento propicio para fortalecer su identidad y su impacto.
3. Desde su experiencia, ¿qué forma a un buen abogado? No solo en lo académico, sino también en lo humano.
Formarse como abogado implica conocer a fondo el orden jurídico, pero también entender la realidad en la que se aplica. Muchas veces esa realidad resulta desalentadora. El error está en resignarse ante ella.
Un buen abogado no se limita a conocer la ley. Tiene la responsabilidad de contribuir al bien común. Debe actuar con rectitud, defender la verdad y procurar que las normas se cumplan. No puede convertirse en gestor de influencias ni aceptar prácticas que debilitan el sistema de justicia.
La formación técnica es indispensable, pero debe estar acompañada de virtudes humanas. Solo así se puede ejercer el Derecho con sentido de propósito.
4. A lo largo de su carrera ha sido abogado, docente, asesor y directivo. ¿Hay alguna experiencia que le haya dejado una lección que aún lo acompaña?
Recuerdo dos experiencias con especial claridad. La primera fue en una empresa donde operaban cuatro sindicatos. Me correspondió apoyar a la jefa de relaciones laborales. Aunque las posiciones eran distintas, logramos establecer una relación de respeto y confianza con los líderes sindicales. Comprendí que la sinceridad en la negociación no es una debilidad, sino una condición para que los acuerdos se cumplan y perduren.
La segunda tiene que ver con lo que sucede en los tribunales. He sido testigo de decisiones que contradicen el orden jurídico y dejan un sabor amargo. Son experiencias que interpelan profundamente. Como abogado, uno no puede aceptar lo que está mal. Hay que formar jóvenes que mantengan el deseo de mejorar la justicia, aunque el camino no sea fácil.
Fotografía por: UNIS
5. Imaginemos que tiene frente a usted a un joven que empieza su primer semestre de Derecho y no está seguro de haber elegido bien. ¿Qué le diría?
Le diría que estudiar Derecho no es solo una carrera profesional. Es una forma de vida. Implica aprender a pensar, a analizar, a buscar la verdad. Quien estudia Derecho se convierte en un referente para su entorno, y con el tiempo, para la sociedad.
La clave está en descubrir si en su interior hay una inquietud auténtica por la justicia, por el orden, por comprender cómo funciona el país. Si siente ese interés, entonces está en el lugar correcto. El Derecho no solo forma la mente: también forma el carácter.
Estudiar Derecho es comprometerse con la transformación de la sociedad. El Lic. Pablo Maldonado asume la decanatura con el deseo de acompañar y orientar a quienes se preparan para ejercer esta profesión con excelencia, libertad y sentido de servicio.
En sus palabras, el abogado no debe conformarse con una realidad imperfecta, sino actuar para mejorarla. Esa es la misión que desea impulsar desde la Facultad de Derecho: formar profesionales íntegros, comprometidos con la verdad, con la dignidad de la persona humana y con la construcción de una sociedad más justa.