Defender la libertad de prensa es defender la verdad y nuestro derecho a conocerla

Publicado por: Jacqueline Bendfeldt

Es común escuchar a las personas emitir comentarios como que no ven noticias porque “se deprimen” o que “los periodistas cuentan solo lo que les conviene”. Seguro, varios colegas habrán escuchado algo similar en distintas ocasiones. En realidad, este tipo de opiniones no hacen más que reafirmar la importancia del periodismo y de la libertad para ejercerlo de forma responsable y ética.

Esta profesión no es fácil de comprender -ni de ejercer-, pero parece serlo para quienes lo ven desde afuera. Comunicar es más que poner una grabadora frente a la fuente y dejar que hable, copiar los comunicados de prensa, hacer preguntas sin sentido, asistir a eventos y hablar con funcionarios públicos, formadores de opinión, políticos y más. 

Ser periodista implica lidiar con grandes cantidades de información y transformarla en una historia digna de contar. Es ir tras los hechos hasta llegar al fondo del asunto, hablar con los involucrados, corroborar y contrastar la información las veces que sea necesario con tal de llegar a la verdad. Al final del día, nuestro trabajo es armar un rompecabezas al que frecuentemente le faltan piezas, todo contra el reloj, para presentar la realidad de la forma más completa posible.

No somos los protagonistas de la historia, pero tenemos una responsabilidad igual de importante: trasladar los hechos fielmente para todos aquellos que no tienen el privilegio de estar allí y conocer, de primera mano, lo que sucede cada día. Por algo nos llaman el cuarto poder; yo le llamo responsabilidad.

Los periodistas, y sobretodo aquellos que salen a reportear, arriesgan su vida para llevarle los hechos a su audiencia porque no pueden dejar de contar esas historias. Conocen perfectamente el efecto que pueden tener para impulsar cambio social, compartir buenas prácticas, denunciar atrocidades y más. En un mundo tan hiperconectado como el actual, es un oficio demasiado importante. 

Gracias al internet, los cambios tecnológicos y la globalización cualquiera puede acceder a grandes cantidades de información en minutos.  Esa es la parte fácil. La difícil viene después: saber en qué fuente confiar, a quien creerle, dónde más buscar para obtener lo que necesitamos. Allí entra la labor del periodista para combatir las fake news, cualquier intento deliberado de desinformación e incluso la sobreinformación. Los medios de comunicación brindan contenido curado y preparado con esfuerzo y dedicación.

Los profesionales de la información somos los encargados de construir un puente entre lo que sucede y lo que el público debe saber. De esta forma, las personas podrán tomar decisiones de corte político, económico, cultural y más por si mismas, sin coerción. La libertad de prensa garantiza la libertad de acceso a la información para el ciudadano, el diálogo, la tolerancia y el sano debate. 

En palabras de Louis Rougier, en su libro El genio de Occidente, la libertad de prensa “es esencial para que la oposición sea oída, para que la opinión pública se mantenga informada, para que la discusión sustituya a la violencia, para que un gobierno de hombres se guíe por la saludable luz generada por la confrontación pacífica de opiniones contrarias”. No es algo que podemos tomar a la ligera. Defender la libertad de prensa es defender la verdad y nuestro derecho a conocerla.

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