Un poco del cofre: somos periodistas
Desde que me mudé a la casa en donde vivo, una torre de libros descansa en el mueble de la esquina de mi habitación. Hace unas semanas hojeé mi texto favorito y releí una frase que memoricé en mi niñez. Dice así: «Para entender quién eres en el presente, recuerda en dónde empezaste y repasa qué has logrado». A mis 21 años, esa oración tan sencilla sigue provocando un eco especial dentro de mi cabeza.
En medio de la recta final de mi licenciatura en la Universidad del Istmo (UNIS), parece que no hay un tiempo más apropiado que hoy para que esa cita cobre vida. Pero no destapo el baúl de los recuerdos solo para comprender la arena en la que estoy parado, sino también para agradecer a todos los profesionales, familiares y amigos que han contribuido al sendero periodístico de estos cuatro años. A ellos les debo mi formación, mejoras y aprendizajes.
¡Vamos a ello!
Hace dos años, me incorporé por primera vez a un medio de comunicación real, con periodistas de carne y hueso. Durante dos semanas practiqué como fotógrafo para el portal Soy502, en donde comprendí que el ambiente acogedor es clave para la excelencia en el trabajo. Viajé por toda Guatemala (en carro, camioneta e incluso moto, con el perdón de mi mamá) para captar los momentos más icónicos de las noticias. Y, gracias a las enseñanzas que recibí, alrededor de una docena quedó inmortalizada en la web.
Las mismas lecciones me acompañaron en 2019 a ConCriterio, un programa radial y televisivo que potenció aún más mis habilidades. Por más de tres meses fui productor y reportero, dos puestos que me posibilitaron contar relatos que enriquecieron la discusión electoral del año. Con las guías de mis editores, elaboré un sinfín de artículos que generaron un impacto increíble en Guatemala. Conversaciones con analistas prestigiosos, charlas con miembros de partidos políticos y diálogos con funcionarios de rango alto. ¡Me honra escribir que uno de mis textos llegó al listado de los más leídos de 2019!
Esa alegría de alcanzar las posiciones más altas la experimenté en Roma, en donde viví tres meses entre 2019 y 2020 para fungir como pasante de Rome Reports, una agencia de noticias televisivas que cubre el Vaticano. Mi estadía en la Ciudad Eterna fue excepcional: entrevisté a personas de todo el mundo, amplié mi red de contactos profesionales e incluso lideré la gestión de redes sociales del medio durante las festividades. Por siempre atesoraré cada segundo que la vida me regaló para practicar este periodismo internacional, la rama que más me apasiona de la carrera.
Hace un mes, culminé mi última pasantía en Crónica, una de las publicaciones más representativas del periodismo guatemalteco. Aunque laboré a distancia, los consejos que me entregaron los comunicadores al frente del medio rindieron frutos increíbles. El más especial es, quizás, mi entrevista con un exvicepresidente del país: se transformó en la portada de la última edición mensual de la revista. En Crónica comprobé que un trabajo que escribes con sudor, cariño y orientación puede llegar a recibir los laureles más relucientes.
Mi aventura también ha sido marcada por otros retos que jamás creí que podría superar. He trabajado independientemente para instituciones de referencia (como el diario Prensa Libre y la propia UNIS), he colaborado con asociaciones privadas para moderar foros políticos y ciudadanos y también he conducido eventos, congresos y presentaciones de naturalezas distintas. Son triunfos que les debo a todas las personas me han instruido desde que pisé la universidad por primera vez, cuando no tenía idea de la travesía que estaba a punto de comenzar.
Pero parece estéril abrir el cofre de las memorias si no ofrezco mi experiencia a quienes aún deben emprender su trayecto o van a medio camino. De hecho, lo confirma mi libro predilecto: «Luego de aprender quién eres, cuéntaselo a otros para que sepan que ellos también pueden crecer y alcanzar lo que se tracen». Al final, siempre se trata de eso: aportar a nuestra comunidad con nuestra individualidad.
No puedo despedirme sin decir que, como periodistas, nuestros relatos tienen el poder de transformar el mundo. Podemos impactar cuando revelamos lo oculto y exponemos lo abandonado, pero también cuando narramos quiénes somos y de dónde venimos. Las historias revolucionan el mundo, y la misión es que lo hagan a través de nuestras plumas (o teclados).