De la UNIS a San Marcos: Una psicopedagoga entregada al bien común

Publicado por: jeronimo

Cuando era una estudiante, la Lcda. Sara Hernández solía trasladarse a la clínica de la Universidad del Istmo (UNIS) para practicar lo que anhelaba hacer en el futuro: atender a pacientes con distintos problemas de aprendizaje. Después de convertirse en psicopedagoga en 2017, su propósito permaneció intacto, pero su ruta de trabajo cambió sustancialmente. Viajó a la aldea Chiquirines, San Marcos, en donde tuvo la oportunidad de realizar una labor humana sin igual.

La Lcda. Hernández colaboró con el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos y la Universidad de Colorado para alcanzar una meta inédita en Guatemala: elaborar un estudio que identificara si el padecimiento post natal de zika, chikungunya o dengue afecta al desarrollo de un niño.  De esta forma Sara explica su aporte a la investigación, que duró dos años: “Además de compartir con los chicos, tradujimos y adecuamos las evaluaciones, que eran para niños de 0 a 5 años. Medíamos su motricidad fina y gruesa, su recepción visual, entre otras cosas. Nunca nos dijeron si ya tenían una enfermedad, para que el estudio no fuera sesgado”.

Para la Lcda. Hernández, la UNIS fue el vehículo que le permitió ser parte del equipo de la investigación. Además de facilitarle el contacto, cuenta que le brindó la experiencia para realizar evaluaciones de primer calibre. “La coordinadora de mi carrera nos propuso el espacio y yo mostré interés. También me ayudó la vivencia en la clínica. Allí aprendí a manejar a pacientes con distintas condiciones y a realizar diferentes pruebas. Por ejemplo, en las entrevistas me preguntaron qué pruebas conocía y yo ya las sabía por la universidad”, comenta.

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Como psicopedagoga cuenta que existe otro tesoro que le regaló su casa de estudios: el criterio profesional. A su juicio, la UNIS se distingue porque sus alumnos conocen la realidad de Guatemala y priorizan el bienestar de la persona. Así lo explica: “Me enseñaron algo único: pensar en el bien común antes que en el mío. Ese criterio me ayudó muchísimo en la investigación porque los niños viven en pobreza extrema. Fue difícil evaluarlos, no tenían estimulación y algunos estaban desnutridos. Pero solo recordaba la importancia de mi trabajo para seguir adelante”.

El camino de la Lcda. Hernández está a punto de cambiar. Luego de dejar su grano de arena en Chiquirines, planea cursar una maestría en Educación y Desarrollo Internacional. Para generar otro cambio social, siempre recuerda un mensaje que hoy comparte a quienes continúan como alumnos. “Siempre tenemos que estar conscientes de las diferencias de cada paciente. Hay que alejarnos del encasillamiento. Pueden tener la misma condición, pero cada persona nos sorprende”.

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