Lcda. Andrea Suárez: “Cada ser humano, cada niño con quien trabajo y con quien me relaciono, es único e irremplazable”
La Lcda. Andrea Suárez descubrió su pasión por los niños en su último año de colegio, mientras trabajaba en el proyecto de Seminario en una escuela. “Fue un proyecto realmente dinámico en donde tuve la oportunidad de convivir con niños y de alguna manera divertirme enseñando. Sin embargo, no se necesita de mucho tiempo para que un determinado grupo de niños te contagie de su inocencia y felicidad y caigas en cuenta de lo lindo que es trabajar con ellos”, comenta. Nos cuenta que su primer trabajo relacionado con niños fue en el IGA, como maestra sustituta de inglés por un breve período. Su segundo puesto con niños fue con una niña de kínder a quien dedicaba sus tardes después de las clases en la universidad. Trabajaba con ella para reforzar el lenguaje y asegura que la pequeña llenaba sus tardes de felicidad. “Finalmente, el trabajo principal y más influyente de todos, y que aún me reta día a día, es ser mamá”, asegura.
Estudió Psicopedagogía Clínica de la UNIS. “Elegí esta carrera por dos razones: la primera es que me resulta intrigante y fascinante la curiosidad que tienen los niños y la velocidad en que crecen y aprenden. La otra surgió en el momento en que leí la siguiente frase de Nelson Mandela: ‘La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo’, y me di cuenta de que cada niño tiene su superpoder pero en los padres y educadores está el opacárselos o potencializárselos”, explica. Actualmente trabaja en CECLIDI, un Centro Clínico de Desarrollo Infantil enfocado en el diagnóstico y la intervención transdisciplinaria. Es terapeuta del área de lectoescritura y funciones ejecutivas, en donde realiza y aplica programas de intervención terapéutica especializados en la remediación de lectura y escritura en inglés, para niños con dificultades de aprendizaje.
La experiencia universitaria la recuerda como muy enriquecedora y explica que aprendió mucho de cada catedrático y profesional que conoció durante la carrera, incluso algunos se convirtieron en modelos a seguir. Recuerda especialmente el valor de las prácticas: “Lo que más me ayudó a crecer y aprender fue el tener la oportunidad de aplicar esos conocimientos y asociarlos a la vida real a través de las prácticas. Cada uno de los niños que tomó parte en mis prácticas profesionales me llenó de retos que aprendimos a sobrellevar juntos, a un intercambio de aprendizajes, a querer investigar y saber más, pero principalmente a no rendirme y a entender que detrás de cada sesión difícil vendría finalmente la celebración y orgullo ante cada pequeño paso”, asegura. También comenta que valora otras habilidades aprendidas durante su etapa universitaria como la investigación y la capacidad para realizar, analizar e interpretar evaluaciones psicométricas, de manera que le es posible elaborar, ejecutar y medir un plan de intervención eficiente.
Para la Lcda. Suárez, el diagnóstico y las dificultades son una guía para ayudar a cada niño a conocerse y vencer los obstáculos que se presenten. “Considero que lo más importante es que cada ser humano, cada niño con quien trabajo y con quien me relaciono, es único e irremplazable y así mismo, cada quien tiene su tiempo”, dice. Finalmente, cuando se le pregunta acerca de la actual crisis y las limitaciones que esta ha impuesto en la educación, la Lcda. Suárez recuerda que la psicología y la psicopedagogía clínicas son áreas que no duermen en este tipo de crisis, más bien, se hace aún más necesario el apoyo emocional y académico. “Partiendo de esto, mi mayor consejo es que saquen el mayor provecho de sus clases y los conocimientos que la Universidad puede aportarles, además de investigar y actualizarse constantemente para reinventarse y encontrar nuevas posibilidades de mejora”, concluye.